miércoles, 21 de mayo de 2014

Dragones y mazmorras

Dragón. Soto de la Bureba. Burgos



14 1El rey Astiages fue a reunirse con sus padres, y le sucedió Ciro el Persa. 2Daniel era comensal del rey y más estimado que ningún otro de sus amigos. 3Tenían los babilonios un ídolo llamado Bel, con el que se gastaban cada día doce artabas de flor de harina, cuarenta ovejas y seis medidas de vino. 4El rey también le veneraba y todos los días iba a adorar al ídolo. Daniel, en cambio, adoraba a su Dios. 5El rey le dijo: “¿Por qué no adoras a Bel?” Él respondió: “Porque yo no venero a ídolos hechos por mano humana, sino solamente al Dios vivo que hizo el cielo y la tierra y que tiene poder sobre toda carne.” 6Díjole el rey: “¿Crees que Bel no es un dios vivo7 ¿No ves todo lo que come y bebe a diario?” 7Daniel se echó a reír: “Oh rey, no te engañes -dijo- por dentro es de arcilla y por fuera de cobre, y eso no ha comido ni bebido jamás.” 8Entonces el rey, montando en cólera, mandó llamar a sus sacerdotes y les dijo: “Si no me decís quién es el que come este dispendio, moriréis; pero si demostráis que el que lo come es Bel morirá Daniel por haber blasfemado contra Bel.” 9Daniel dijo al rey: “¡Hágase según tu palabra!” Eran setenta los sacerdotes de Bel, sin contar las mujeres y los hijos. 10El rey se dirigió, pues, con Daniel al templo de Bel, 11y los sacerdotes de Bel le dijeron: “Mira, nosotros vamos a salir de aquí; tu, oh rey, manda poner la comida y todo el vino preparado; luego cierra la puerta y séllala con tu anillo, si mañana por la mañana, cuando vuelvas, no encuentras que Bel se lo ha comido todo, moriremos nosotros; en caso contrario, morirá Daniel que nos ha calumniado.” 12Estaban ellos tranquilos, porque se habían hecho una entrada secreta debajo de la mesa y por allí entraban normalmente a llevarse las ofrendas. 13En cuanto salieron y el rey mandó poner la comida ante Bel, 14Daniel mandó a sus criados que trajeran ceniza y la esparcieran por todo el suelo del templo, sin más testigo que el rey. Luego salieron, cerraron la puerta, la sellaron con el anillo real, y se fueron. 15Los sacerdotes vinieron por la noche, como de costumbre, con sus mujeres y sus hijos, y se lo comieron y bebieron todo. 16El rey se levantó muy temprano y Daniel con él. 17El rey le preguntó: “Daniel, ¿están intactos los sellos?” -“Intactos, oh rey”, respondió él. 18Nada más abierta la puerta, el rey echó una mirada a la mesa y gritó en alta voz: “¡Grande eres, oh Bel, y no hay en ti engaño alguno!” 19Daniel se echó a reír y, deteniendo al rey para que no entrara más adentro, le dijo: “Mira, mira al suelo, y repara de quién son esas huellas.” -20“Veo huellas de hombres, de mujeres y de niños”, dijo el rey; 21y montando en cólera, mandó detener a los sacerdotes con sus mujeres y sus hijos. Ellos le mostraron entonces la puerta secreta por la que entraban a consumir lo que había sobre la mesa. 22Y el rey los mandó matar y entregó a Bel en manos de Daniel, el cual le destruyó, así como su templo.

(Libro de Daniel 14, 1-22)

jueves, 8 de diciembre de 2011

Los bueyes del profeta Eliseo

Arando con bueyes y vendimia. Iglesia de San Miguel. Beleña de Sorbe. Guadalajara
 
19 19“Partió de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Había delante de él doce yuntas y él estaba con la duodécima. Pasó Elías y le echó su manto encima. 20Él abandonó los bueyes, corrió tras de Elías y le dijo: “Déjame ir a besar a mi padre y a mi madre y te seguiré.” Le respondió: “Anda, vuélvete, pues ¿qué te he hecho?” 21Volvió atrás Eliseo tomó el par de bueyes y los sacrificó, asó su carne con el yugo de los bueyes y dio a sus gentes, que comieron. Después se levantó, se fue tras de Elías y entró a su servicio.

(1º de Reyes 19, 19-21)

domingo, 20 de noviembre de 2011

Ovejas y cabras

Santa María la Real de Sangüesa. Portada


25 31«Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria 32y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
33Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
34Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, 36estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».
37Entonces los justos le contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; 38¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; 39¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?»
40Y el rey les dirá: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.»
41Y entonces dirá a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, 43fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis».
44Entonces también éstos contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?»
45Y él replicará: «Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo».
46Y ésos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

(Evangelio de Mateo 25, 31-46)

domingo, 9 de octubre de 2011

La piara de cerdos

Canecillo. Valle del Río Pirón. Segovia
 
8 26Arribaron a la región de los gerasenos, que está enfrente de Galilea. 27Al saltar a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad, un endemoniado, que desde hacía mucho tiempo andaba semidesnudo y no vivía en una casa, sino entre los sepulcros. 28Al ver a Jesús, se puso a gritar, se echó a sus pies y dijo a grandes voces:
-«¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te pido que no me atormentes».
29Y es que Jesús estaban mandando al espíritu impuro que saliera de aquel hombre. Pues muchas veces el demonio se apoderaba de él, y a pesar de que lo ataban con cadenas y lo sujetaban con grilletes, él rompía las ataduras y, empujado por el demonio, marchaba a lugares desiertos. 30Jesús le preguntó:
-«¿Cuál es tu nombre?».
Respondió:
-«Legión».
Porque habían entrado en él muchos demonios. 31Y le pedían que no les ordenara volver al abismo.
32Había allí una piara numerosa de cerdos hozando por el monte, y los demonios le suplicaron que les permitiera entrar en ellos. Jesús se lo permitió. 33Los demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos y entonces toda la piara se lanzó por el precipicio al lago y se ahogó.
34Los porquerizos, al ver lo ocurrido, huyeron y lo fueron contando por la ciudad y por los caseríos. 35Salieron, pues, a ver lo ocurrido y, al presentarse donde estaba Jesús, encontraron al hombre del que habían salido los demonios sentado a los pies de Jesús, vestido y en su sano juicio; y se llenaron de miedo. 36Los que lo habían presenciado les contaron cómo había curado al endemoniado. 37Entonces toda la gente de la comarca de los gerasenos le rogó que se alejara de ellos, porque les había entrado mucho miedo. Jesús subió a la barca y emprendió el regreso. 38El hombre de quien habían salido los demonios le pedía ir con él, pero Jesús lo despidió diciendo:
39-«Vuelve a tu casa y cuenta lo que Dios ha hecho contigo».
El hombre se marchó publicando por toda la ciudad lo que Jesús había hecho con él.

(Evangelio de Lucas 8, 26–39)

miércoles, 10 de agosto de 2011

Como caracol



1Del maestro de coro. “No destruyas.” De David. Miktam.

2¿De veras, dioses, pronunciáis justicia,
juzgáis según derecho a los hijos de Adán?
3No, que de corazón cometéis injusticias,
con vuestras manos pesáis la violencia en la tierra.

     4Torcidos están desde el seno los impíos,
extraviados desde el vientre los que dicen mentira;
5tienen veneno como veneno de serpiente,
como el de un áspid sordo que se tapa el oído,
6que no oye la voz de los encantadores,
     del mago experto en el encanto.

7¡Oh Dios, rompe sus dientes en su boca,
quiebra las muelas de los leoncillos, oh Yahvéh!
8¡Dilúyanse como aguas que se pasan,
púdranse como hierba que se pisa,
9como caracol que marcha deshaciéndose,
como aborto de mujer que no contempla el sol!

10¡Antes que espinas echen, como la zarza,
verde o quemada, los arrebate el torbellino!
11Se alegrará el justo de haber visto la Venganza,
sus pies bañará en la sangre del impío;
12y se dirá “Sí, hay un fruto para el justo;
si, hay un Dios que juzga en la tierra.”
 (Salmo 58)

lunes, 1 de agosto de 2011

La serpiente, Eva y Adán

Capitel de la ermita de Santa Eulalia. Barrio de Santa María. Palencia
 
3 1La serpiente era el más astuto de los animales del campo que Dios había hecho. Y dijo a la mujer: “¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?” 2Respondió la mujer a la serpiente: “Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. 3Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.” 4Replicó la serpiente a la mujer: “De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores y del bien y del mal”. 6Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. 7Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.
8Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahvéh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahvéh Dios por entre los árboles del jardín. 9Yahvéh Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?” 10Éste contestó: “Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.” Él replicó: “¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?” 12Dijo el hombre: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.” 13Dijo, pues, Yahvéh Dios a la mujer: “¿Por qué lo has hecho?” Y contestó la mujer: “La serpiente me sedujo, y comí.”
14Entonces Yahvéh Dios dijo a la serpiente:
“Por haber hecho esto,
maldita seas entre todas las bestias
y entre todos los animales del campo.
Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás
todos los idas de tu vida.
15Enemistad pondré entre ti y la mujer,
y entre tu linaje y su linaje:
él te pisará la cabeza
mientras acechas tú su calcañar.”
16A la mujer le dijo:
“Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos:
con trabajo parirás los hijos.
Hacia tu marido irá tu apetencia,
y él te dominará”.
17Al hombre le dijo: “Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que Yo te había prohibido comer,
maldito sea el suelo por tu causa:
con fatiga sacarás de él el alimento
todos los días de tu vida.
18Espinas y abrojos te producirá,
y comerás la hierba del campo.
19Con el sudor de tu rostro comerás el pan,
hasta que vuelvas al suelo,
pues de él fuiste tomado.
Porque eres polvo y al polvo tornarás.”

(Libro del Génesis 3, 1-19)

martes, 26 de julio de 2011

El gallo de San Pedro


El gallo de San Pedro de Tejada (Burgos)
 
16 66Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote 67y, al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo:
-«También tú andabas con Jesús, el Nazareno».
68Él lo negó, diciendo:
-«Ni sé ni entiendo lo que quieres decir».
Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó.
69La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:
-«Éste es uno de ellos».
70Y él volvió a negar.
Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro:
-«Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo».
71Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:
-«No conozco a ese hombre que decís».
72Y enseguida, por segunda vez, cantó un gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres, y rompió a llorar.

(Evangelio de Marcos 16, 66-72)