martes, 26 de julio de 2011

El gallo de San Pedro


El gallo de San Pedro de Tejada (Burgos)
 
16 66Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote 67y, al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo:
-«También tú andabas con Jesús, el Nazareno».
68Él lo negó, diciendo:
-«Ni sé ni entiendo lo que quieres decir».
Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó.
69La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:
-«Éste es uno de ellos».
70Y él volvió a negar.
Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro:
-«Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo».
71Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:
-«No conozco a ese hombre que decís».
72Y enseguida, por segunda vez, cantó un gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres, y rompió a llorar.

(Evangelio de Marcos 16, 66-72)

sábado, 23 de julio de 2011

El perro de Tobías

Hombre con perro. Iglesia de la Inmaculada Concepción. Maján. Soria
 
11 4El perro que los había acompañado por el camino se adelantó corriendo, y como si quisiera dar la noticia, hacía fiestas moviendo la cola.

(Libro de Tobías 11, 4. Versión de la Vulgata)

domingo, 17 de julio de 2011

Daniel en el foso de los leones


Daniel en el foso de los leones en la Pila Bautismal de Santa Juliana de Santillana del Mar, Cantabria



Envidia de los sátrapas.


2Decidió Darío establecer en su reino ciento veinte sátrapas para todas las partes del reino, 3bajo el mando de tres ministros -Daniel era uno de ellos-, a los que los sátrapas deberían rendir cuentas, con el fin de impedir que el rey recibiera daño alguno. 4Este mismo Daniel se distinguía entre los ministros y los sátrapas porque había en él un espíritu extraordinario, y el rey se proponía ponerle al frente del reino entero. 5Por ello los ministros y los sátrapas se pusieron a buscar un motivo de acusación contra Daniel en algún asunto de Estado; pero no pudieron encontrar ningún motivo de acusación ni falta alguna, porque él era fiel y no se le podía reprochar de negligencia ni falta. 5Entonces se dijeron aquellos hombres: “No encontraremos ningún motivo de acusación contra este Daniel si no es en materia de la ley de su Dios.” 7Los ministros y sátrapas acudieron, pues, a toda prisa ante el rey y le hablaron así: “¡Viva eternamente el rey Darío! 8Todos los ministros del reino, prefectos, sátrapas, consejeros y gobernadores, aconsejan de mutuo acuerdo que se promulgue un edicto real para poner en vigor la prohibición siguiente: Todo aquel que en el término de treinta días dirija una oración a quienquiera que sea, dios u hombre, fuera de ti, oh rey, será arrojado al foso de los leones. 9Ahora pues, oh rey, da fuerza de ley a esta prohibición firmando el edicto, de suerte que no se cambie nada, con arreglo a la ley de los medos y persas que es irrevocable.” 10Ante esto, el rey Darío firmó el edicto de prohibición.

Oración de Daniel.


11Al saber que había sido firmado el edicto, Daniel entró en su casa. Las ventanas de su cuarto superior estaban orientadas hacia Jerusalén y tres veces al día se ponía él de rodillas, orando y alabando a su Dios; así lo había hecho siempre. Aquellos hombres vinieron en masa y sorprendieron a Daniel invocando y suplicando a su Dios. 12Entonces se presentaron al rey y le dijeron acerca de la prohibición real: “¿No has firmado tú una prohibición según la cual todo el que dirigiera, en el término de treinta días, una oración a quienquiera que fuese dios u hombre, fuera de ti, oh rey, sería arrojado al foso de los leones?” Respondió el rey: “La cosa está decidida, según la ley de los medos y los persas, que es irrevocable.” 14Entonces ellos dijeron en presencia del rey: “Daniel, ese deportado de Judá, no hace caso de ti, oh rey ni de la prohibición que tú has firmado: tres veces al día hace su oración.” 15Al oír estas palabras, el rey se afligió mucho y se propuso salvar a Daniel; hasta la puesta del sol estuvo buscando el modo de librarle. 16Pero aquellos hombres volvieron apresuradamente ante el rey y le dijeron: “Ya sabes, oh rey, que según la ley de los medos y los persas ninguna prohibición o edicto dado por el rey puede ser modificado.”

Daniel en el foso de los leones.


17Entonces el rey dio orden de traer a Daniel y de arrojarle al foso de los leones. El rey dijo a Daniel: “Tu Dios a quien sirves con perseverancia, te librará.” 18Se trajo una piedra que se colocó a la entrada del foso, y el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus dignatarios, para que la suerte de Daniel no se pudiese cambiar. 19Después el rey volvió a su palacio y pasó la noche en ayuno. No dejó que se le trajeran concubinas y el sueño huyó de él. 20Al amanecer, al rayar el alba, el rey se levantó y se dirigió a toda prisa al foso de los leones. 21Al acercarse al foso, gritó a Daniel con voz angustiada: “Daniel, servidor del Dios vivo, tu Dios, a quien sirves con perseverancia, ¿ha podido librarte de los leones” 22Entonces Daniel habló con el rey: “Viva el rey eternamente! 23Mi Dios ha enviado a su ángel, que ha cerrado la boca de los leones y no me han hecho ningún mal porque he sido hallado inocente ante él. Y tampoco ante ti, oh rey, he cometido falta alguna.” 24El rey entonces se alegró en gran manera y mandó sacar a Daniel del foso. Sacaron a Daniel del foso y no se le encontró herida alguna, porque había confiado en su Dios. 25Y el rey mandó traer a aquellos hombres que habían acusado a Daniel y echarlos al foso de los leones, a ellos, a sus mujeres y a sus hijos. Y no habían llegado aun al fondo del foso cuando ya los leones se habían lanzado sobre ellos y les habían triturado todos los huesos.

Profesión de fe del rey.


26Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitaban en toda la tierra: “¡Sea grande vuestra paz! 27Doy orden de que en todos los dominios de mi reino se tema y se tiemble ante el Dios de Daniel,
porque él es el Dios vivo, que subsiste por siempre,
-su reino no será destruido
y su imperio durará hasta el fin-
28el que salva y libera, obra señales y milagros
en los cielos y en la tierra;
el que ha salvado a Daniel del poder de los leones.
29Y este mismo Daniel floreció en el reinado de Darío y en el reinado de Ciro el Persa.

Libro de Daniel 6, 2–29

lunes, 4 de julio de 2011

El arca de Noé

El Arca de Noé. Claustro de la Catedral de Gerona




6 9Esta es la historia de Noé:
Noé fue el varón más justo y cabal de su tiempo. Noé andaba con Dios. 10Noé engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. 11La tierra estaba corrompida en la presencia de Dios: la tierra se llenó de violencias. 12Dios miró a la tierra, y he aquí que estaba viciada, porque toda carne tenía una conducta viciosa sobre la tierra.

Preparativos para el diluvio.


13Dijo, pues, Dios a Noé: “He decidido acabar con toda carne, porque la tierra está llena de violencias por culpa de ellos. Por eso, he aquí que voy a exterminarlos de la tierra. 14Hazte un arca de maderas resinosas. Haces el arca de cañizo y la calafateas por dentro y por fuera con betún. 15Así es como la harás: longitud del arca, trescientos codos; su anchura, cincuenta codos; y su altura, treinta codos. 16Haces al arca una cubierta… por encima, pones la puerta del arca en su costado, y haces un primer piso, un segundo y un tercero.
17“Por mi parte, voy a traer el diluvio, las aguas sobre la tierra, para exterminar toda carne que tiene hálito de vida bajo el cielo: todo cuanto existe en la tierra perecerá. 18Pero contigo estableceré mi alianza: Entrarás en el arca tú y tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos contigo. 19Y de todo ser viviente, de toda carne, meterás en el arca una pareja para que sobrevivan contigo. Serán macho y hembra. 20De cada especie de aves, de cada especie de ganados, de cada especie de sierpes del suelo entrarán contigo sendas parejas para sobrevivir. 21Tú mismo procúrate toda suerte de víveres y hazte acopio para que os sirvan de comida a ti y a ellos.” 22Así lo hizo Noé y ejecutó todo lo que le había mandado Dios.
7 1Yahvéh dijo a Noé: “Entra en el arca tú y toda tu casa porque tú eres el único justo que he visto en esta generación. 2De todos los animales puros tomarás para ti siete parejas, el macho con su hembra, y de todos los animales que no son puros, una pareja, el macho con su hembra. 3(Asimismo de las aves del cielo, siete parejas, machos y hembras) para que sobreviva la casta sobre la haz de toda la tierra. 4Porque dentro de siete días haré llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y exterminaré de sobre la haz del suelo todos los seres que hice.” 5Y Noé ejecutó todo lo que le había mandado Yahvéh.
6Noé era de seiscientos años cuando acaeció el diluvio, las aguas, sobre h tierra.
7Noé entró en el arca, y con él sus hijos su mujer y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas del diluvio. 8(De los animales puros, y de los animales que no son puros, y de las aves, y de todo lo que serpea por el suelo, sendas parejas de cada especie entraron con Noé en el arca, machos y hembras, como había mandado Dios a Noé.) 10A la semana, las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra.
11El año seiscientos de la vida de Noé, el mes segundo, el día diecisiete del mes, en ese día saltaron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas del cielo se abrieron, 12y estuvo descargando la lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches.
13En aquel mismo día entró Noé en el arca, como también los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, y la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos; 14y con ellos los animales de cada especie, los ganados de cada especie, las sierpes de cada especie que reptan sobre la tierra, y las aves de cada especie: toda clase de pájaros y seres alados; 15entraron con Noé en el arca sendas parejas de toda carne en que hay aliento de vida, 16y los que iban entrando eran macho y hembra de toda carne, como Dios se lo había mandado.
Y Yahvéh cerró la puerta detrás de Noé.

(Génesis 6,9-7,16)

sábado, 2 de julio de 2011

Jonás y la Ballena

Jonás devorado por un gran pez. Abadía de Mozac, en Auverne.
 

Jonás, rebelde a su misión.


1 1La palabra de Yahvéh fue dirigida a Jonás, hijo de Amittay, en estos términos: 2“Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y clama contra ellos, porque su maldad ha subido hasta mí.” 3Levantóse Jonás para huir a Tarsis, lejos del rostro de Yahvéh, y bajó a Joppe, donde encontró un barco que salía para Tarsis; pagó su pasaje y se embarcó para ir con ellos a Tarsis, lejos del rostro de Yahvéh. 4Pero Yahvéh desencadenó un gran viento sobre el mar, y hubo en el mar una borrasca tan violenta que el barco amenazaba romperse. 5Los marineros tuvieron miedo y se pusieron a invocar cada uno a su dios; luego echaron al mar la carga del barco para aligerarlo. Jonás, mientras tanto, había bajado al fondo del barco, se había acostado y dormía profundamente. 6El jefe de la tripulación se acercó a él y le dijo: “¿Qué haces aquí dormido? ¡Levántate e invoca a tu Dios! Quizás Dios tenga cuidado de nosotros y no pereceremos.” 7Luego se dijeron unos a otros: “Ea echemos a suertes para saber por culpa de quién nos ha venido este mal.” Echaron a suertes, y la suerte cayó en Jonás.
8Entonces le dijeron: “Anda, indícanos tú, por quien nos ha venido este mal, cuál es tu oficio y de dónde vienes, cuál es tu país y de qué pueblo eres.” 9Respondióles: “Soy hebreo y temo a Yahvéh, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra.” 10Entonces aquellos hombres tuvieron mucho miedo y le dijeron: “¿Por qué has hecho esto?” Pues supieron los hombres que iba huyendo lejos del rostro de Yahvéh, porque él se lo había manifestado. 11Dijéronle, pues: “¿Qué hemos de hacer contigo para que el mar se nos calme?” Pues el mar seguía encrespándose. 12Respondióles: “Agarradme y tiradme al mar, y el mar se os calmará, pues sé que es por mi culpa por lo que os ha sobrevenido esta gran borrasca.”
13Los hombres se pusieron a remar con ánimo de alcanzar la costa, pero no pudieron, porque el mar seguía encrespándose en torno a ellos. 14Entonces clamaron a Yahvéh, diciendo: “¡Ah, Yahvéh, no nos hagas perecer a causa de este hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente, ya que tú, Yahvéh, has obrado conforme a tu beneplácito!” 15Luego agarraron a Jonás y le tiraron al mar; y el mar calmó su furia. 16Y aquellos hombres cobraron mucho miedo a Yahvéh; ofrecieron un sacrificio a Yahvéh y le hicieron votos.

Jonás salvado.


2 1Dispuso Yahvéh que un gran pez se tragase a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches. 2Entonces Jonás oró a Yahvéh su Dios desde el vientre del pez. 3Dijo:
Desde mi angustia clamé a Yahvéh
y él me respondió;
desde el seno del seol grité,
y tú oíste mi voz.
4Me habías arrojado en lo más hondo, en el corazón del mar,
una corriente me cercaba:
todas tus olas y tus crestas
pasaban sobre mí.
5Yo dije: ¡Arrojado estoy
de delante de tus ojos!
¿Cómo volveré a contemplar
tu santo Templo?
Me envolvían las aguas hasta el alma,
me cercaba el abismo un alga,
se enredaba a mi cabeza.
7A las raíces de los montes descendí
echó la tierra sus cerrojos tras de mí para siempre
mas de la fosa tú sacaste mi vida
Yahvéh, Dios mío.
8Cuando mi alma en mí desfallecía
me acordé de Yahvéh,
y mi oración llegó hasta ti
hasta tu santo Templo.
9Los que veneran vanos ídolos
su propia gracia abandonan.
10Mas yo con voz de acción de gracias
te ofreceré sacrificios,
los votos que hice cumpliré.
¡De Yahvéh la salvación!
11Entonces Yahvéh dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra.

Conversión de Nínive y perdón divino.


3 1Fue dirigida por segunda vez la palabra de Yahvéh a Jonás en estos términos: 2“Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama lo que yo te diga.” 3Levantóse Jonás y fue a Nínive conforme a la palabra de Yahvéh. Nínive era una ciudad grandísima, de un recorrido de tres días. 4Jonás comenzó a adentrarse en la ciudad, e hizo un día de camino proclamando: “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida.” 5Los ninivitas creyeron en Dios: ordenaron un ayuno y se vistieron de saco desde el mayor al menor. 6La palabra llegó hasta el rey de Nínive, que se levantó de su trono, se quitó su manto, se cubrió de saco y se sentó en la ceniza. 7Luego hizo pregonar y decir en Nínive: “Por mandato del rey y de sus grandes, que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no prueben bocado ni pasten ni beban agua. 8Que se cubran de saco y clamen a Dios con fuerza; que cada uno se convierta de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos. 9¡Quién sabe! Quizás vuelva Dios y se arrepienta, se vuelva del ardor de su cólera, y no pereceremos.» 10Vio Dios lo que hacían, cómo se convirtieron de su mala conducta, y se arrepintió Dios del mal que había determinado hacerles, y no lo hizo.

Despecho del profeta y respuesta divina.


4 1Jonás se disgustó mucho por esto y se enojó; 2y oró a Yahvéh diciendo: “¡Ah, Yahvéh, ¿no es esto lo que yo decía cuando estaba todavía en mi tierra? Fue por eso por lo que me apresuré a huir a Tarsis. Porque bien sabia yo que tú eres un Dios demente y misericordioso, tardo a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del mal. 3Ahora, pues Yahvéh, te suplico que me quites la vida porque mejor me es la muerte que la vida.” 4Mas Yahvéh dijo: “¿Te parece que está bien irritarte?”
5Salió Jonás de la ciudad y se sentó al oriente de la ciudad; allí se hizo una cabaña bajo la cual se sentó a la sombra hasta ver qué sucedía en la ciudad. 6Entonces Yahvéh Dios dispuso que una planta de ricino creciese por encima de Jonás para dar sombra a su cabeza y librarle así de su mal. Jonás se puso muy contento por aquel ricino. 7Pero al día siguiente, al rayar el alba, Yahvéh mandó a un gusano, y el gusano picó al ricino, que se secó. 8Y al salir el sol, mandó Dios un sofocante viento solano. El sol hirió la cabeza de Jonás, y éste se desvaneció; se deseó la muerte y dijo: “¡Mejor me es la muerte que la vida!” 9Entonces Dios dijo a Jonás: “¿Te parece que está bien irritarte por este ricino?” Respondió: “¡Sí, me parece bien irritarme hasta la muerte!” 10Y Yahvéh dijo: “Tú tienes lástima de un ricino por el que nada te fatigaste, que no hiciste tú crecer, que en el término de una noche fue y en el término de una noche feneció. 11¿Y no voy a tener lástima yo de Nínive, la gran ciudad, en la que hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y una gran cantidad de animales?”


(Libro de Jonás)