sábado, 2 de julio de 2011

Jonás y la Ballena

Jonás devorado por un gran pez. Abadía de Mozac, en Auverne.
 

Jonás, rebelde a su misión.


1 1La palabra de Yahvéh fue dirigida a Jonás, hijo de Amittay, en estos términos: 2“Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y clama contra ellos, porque su maldad ha subido hasta mí.” 3Levantóse Jonás para huir a Tarsis, lejos del rostro de Yahvéh, y bajó a Joppe, donde encontró un barco que salía para Tarsis; pagó su pasaje y se embarcó para ir con ellos a Tarsis, lejos del rostro de Yahvéh. 4Pero Yahvéh desencadenó un gran viento sobre el mar, y hubo en el mar una borrasca tan violenta que el barco amenazaba romperse. 5Los marineros tuvieron miedo y se pusieron a invocar cada uno a su dios; luego echaron al mar la carga del barco para aligerarlo. Jonás, mientras tanto, había bajado al fondo del barco, se había acostado y dormía profundamente. 6El jefe de la tripulación se acercó a él y le dijo: “¿Qué haces aquí dormido? ¡Levántate e invoca a tu Dios! Quizás Dios tenga cuidado de nosotros y no pereceremos.” 7Luego se dijeron unos a otros: “Ea echemos a suertes para saber por culpa de quién nos ha venido este mal.” Echaron a suertes, y la suerte cayó en Jonás.
8Entonces le dijeron: “Anda, indícanos tú, por quien nos ha venido este mal, cuál es tu oficio y de dónde vienes, cuál es tu país y de qué pueblo eres.” 9Respondióles: “Soy hebreo y temo a Yahvéh, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra.” 10Entonces aquellos hombres tuvieron mucho miedo y le dijeron: “¿Por qué has hecho esto?” Pues supieron los hombres que iba huyendo lejos del rostro de Yahvéh, porque él se lo había manifestado. 11Dijéronle, pues: “¿Qué hemos de hacer contigo para que el mar se nos calme?” Pues el mar seguía encrespándose. 12Respondióles: “Agarradme y tiradme al mar, y el mar se os calmará, pues sé que es por mi culpa por lo que os ha sobrevenido esta gran borrasca.”
13Los hombres se pusieron a remar con ánimo de alcanzar la costa, pero no pudieron, porque el mar seguía encrespándose en torno a ellos. 14Entonces clamaron a Yahvéh, diciendo: “¡Ah, Yahvéh, no nos hagas perecer a causa de este hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente, ya que tú, Yahvéh, has obrado conforme a tu beneplácito!” 15Luego agarraron a Jonás y le tiraron al mar; y el mar calmó su furia. 16Y aquellos hombres cobraron mucho miedo a Yahvéh; ofrecieron un sacrificio a Yahvéh y le hicieron votos.

Jonás salvado.


2 1Dispuso Yahvéh que un gran pez se tragase a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches. 2Entonces Jonás oró a Yahvéh su Dios desde el vientre del pez. 3Dijo:
Desde mi angustia clamé a Yahvéh
y él me respondió;
desde el seno del seol grité,
y tú oíste mi voz.
4Me habías arrojado en lo más hondo, en el corazón del mar,
una corriente me cercaba:
todas tus olas y tus crestas
pasaban sobre mí.
5Yo dije: ¡Arrojado estoy
de delante de tus ojos!
¿Cómo volveré a contemplar
tu santo Templo?
Me envolvían las aguas hasta el alma,
me cercaba el abismo un alga,
se enredaba a mi cabeza.
7A las raíces de los montes descendí
echó la tierra sus cerrojos tras de mí para siempre
mas de la fosa tú sacaste mi vida
Yahvéh, Dios mío.
8Cuando mi alma en mí desfallecía
me acordé de Yahvéh,
y mi oración llegó hasta ti
hasta tu santo Templo.
9Los que veneran vanos ídolos
su propia gracia abandonan.
10Mas yo con voz de acción de gracias
te ofreceré sacrificios,
los votos que hice cumpliré.
¡De Yahvéh la salvación!
11Entonces Yahvéh dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra.

Conversión de Nínive y perdón divino.


3 1Fue dirigida por segunda vez la palabra de Yahvéh a Jonás en estos términos: 2“Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama lo que yo te diga.” 3Levantóse Jonás y fue a Nínive conforme a la palabra de Yahvéh. Nínive era una ciudad grandísima, de un recorrido de tres días. 4Jonás comenzó a adentrarse en la ciudad, e hizo un día de camino proclamando: “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida.” 5Los ninivitas creyeron en Dios: ordenaron un ayuno y se vistieron de saco desde el mayor al menor. 6La palabra llegó hasta el rey de Nínive, que se levantó de su trono, se quitó su manto, se cubrió de saco y se sentó en la ceniza. 7Luego hizo pregonar y decir en Nínive: “Por mandato del rey y de sus grandes, que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no prueben bocado ni pasten ni beban agua. 8Que se cubran de saco y clamen a Dios con fuerza; que cada uno se convierta de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos. 9¡Quién sabe! Quizás vuelva Dios y se arrepienta, se vuelva del ardor de su cólera, y no pereceremos.» 10Vio Dios lo que hacían, cómo se convirtieron de su mala conducta, y se arrepintió Dios del mal que había determinado hacerles, y no lo hizo.

Despecho del profeta y respuesta divina.


4 1Jonás se disgustó mucho por esto y se enojó; 2y oró a Yahvéh diciendo: “¡Ah, Yahvéh, ¿no es esto lo que yo decía cuando estaba todavía en mi tierra? Fue por eso por lo que me apresuré a huir a Tarsis. Porque bien sabia yo que tú eres un Dios demente y misericordioso, tardo a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del mal. 3Ahora, pues Yahvéh, te suplico que me quites la vida porque mejor me es la muerte que la vida.” 4Mas Yahvéh dijo: “¿Te parece que está bien irritarte?”
5Salió Jonás de la ciudad y se sentó al oriente de la ciudad; allí se hizo una cabaña bajo la cual se sentó a la sombra hasta ver qué sucedía en la ciudad. 6Entonces Yahvéh Dios dispuso que una planta de ricino creciese por encima de Jonás para dar sombra a su cabeza y librarle así de su mal. Jonás se puso muy contento por aquel ricino. 7Pero al día siguiente, al rayar el alba, Yahvéh mandó a un gusano, y el gusano picó al ricino, que se secó. 8Y al salir el sol, mandó Dios un sofocante viento solano. El sol hirió la cabeza de Jonás, y éste se desvaneció; se deseó la muerte y dijo: “¡Mejor me es la muerte que la vida!” 9Entonces Dios dijo a Jonás: “¿Te parece que está bien irritarte por este ricino?” Respondió: “¡Sí, me parece bien irritarme hasta la muerte!” 10Y Yahvéh dijo: “Tú tienes lástima de un ricino por el que nada te fatigaste, que no hiciste tú crecer, que en el término de una noche fue y en el término de una noche feneció. 11¿Y no voy a tener lástima yo de Nínive, la gran ciudad, en la que hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y una gran cantidad de animales?”


(Libro de Jonás)

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